Un comunista en calzoncillos contiene dos partes diferenciadas. La primera es una nouvelle al modo de La nieta del señor Lihn, de Philippe Claudel o de La muerte de Ivan Ilich, de Tolstoi. En la segunda parte, la memoria, el armado del pasado, aparece bajo la forma de las "cajas chinas". Estas cajas son evocaciones de un pasado real, un retrato familiar en el que entran y salen la abuela Cándida, el abuelo Adolfo, la abuela María y los padres. Cada retrato está escrito como un relato breve, con tensión, nudo y desenlace. La nouvelle y los fragmentos de la segunda parte dialogan y pueden leerse por separado. O bien pueden leerse de manera salteada, como si fueran figuras disímiles de una misma obra ficcional y crónica. Y esta es una de las claves del libro de Piñeiro: el cruce decidido entre crónica y ficción.
La "novela" tiene el tono de la crónica pero está atravesado por los recursos de la ficción. Lo más importante no es, por supuesto, cuánto de realidad hay en la historia sino cómo ha hecho Piñeiro para entrelazar la realidad y la ficción, cómo ha hecho para lograr que todo sea un conjunto coherente y literario. El cruce deliberado de realidad y ficción muestra que la autora de Las viudas de los jueves tiene, en este libro, otra forma de enfrentar la relación ficción-realidad. Un comunista en calzoncillos es una biografía del padre, una historia seductora sobre el pasado, una mirada indirecta y lúcida sobre el golpe del 76, una ficción con suspenso y una velada autobiografía. Es decir, es una novela y es un retrato familiar escrito con el ritmo de un thriller.
Crónica-ficción
El libro se centra en la figura del padre. Y este personaje profesa ciertas ideas que pueden asociarse al comunismo. El hecho de que viva o se pasee en calzoncillos atempera su ideología. Se trata de un curioso comunista templado. En este sentido, el libro trabaja en sordina la cuestión política. Y creo que esto es un acierto. El golpe militar no suena como una sinfonía de Gustav Mahler sino como una pieza de Eric Satie, como una melodía de fondo. Suena como el bajo continuo de Bach: el asunto político no está escrito con registro directo ni panfletario.
Si bien es una novela, el libro es también una especie de crónica. No una crónica convencional (una crónica moderna convencional al modo de Truman Capote o Gay Talese) sino algo que está a medio camino entre la novela y la crónica moderna. Es, quizás, un exponente de algo que he llamado crónica fusión o crónica-ficción. El concepto de crónica-ficción es una variación de una idea del cubano Guillermo Cabrera Infante. Cabrera modifica el nombre de ciencia ficción y la llama "ciencia-fusión". La "novela" de Claudia Piñeiro es menos una novela convencional que una atípica forma de la crónica que mezcla la crónica con la ficción.
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Fabián Soberón
PERFIL
Claudia Piñeiro nació en 1960, en el Gran Buenos Aires. Trabajó como contadora durante 10 años y a partir de 1991 se dedicó por completo a la escritura. Ese año fue finalista de un concurso de la editorial Tusquets con la novela El secreto de las rubias. Dos años después fue finalista del Premio Planeta con Tuya. Y en 2005 fue la ganadora del Premio Clarín Alfaguara con Las viudas de los jueves. Esa novela vendió más de 100.000 ejemplares, fue traducida a varios idiomas y llevada al cine por Marcelo Piñeyro. Ganó el Premio LiBeraturpreis por Elena sabe y el Sor Juana Inés de la Cruz por Las grietas de Jara. También escribió obras de teatro y guiones de televisión.